Un sólido es como tu bloque de juguete favorito. Cuando lo sostienes, puedes sentir que es duro y no cambia de forma. Permanece igual ya sea que lo empujes o lo jales. Los sólidos tienen una forma fija y un volumen fijo, lo que significa que no se esparcen como el agua ni flotan como el aire. Piensa en un cubo de hielo. Incluso cuando está frío y duro, permanece en forma de cubo hasta que se derrite.
Imagina una roca en tu mano. Puedes tocarla y sentir que es firme y no se aplasta como una almohada. Esto se debe a que las pequeñas piezas en su interior, llamadas partículas, están empaquetadas firmemente juntas. No se mueven mucho, por lo que la roca mantiene la misma forma.
Imagina un árbol. El tronco es sólido porque se mantiene alto y fuerte. Puedes apoyarte en él sin preocuparte de que se caiga. El tronco sólido del árbol lo ayuda a mantenerse erguido y alcanzar el cielo. Los sólidos son como ese tronco de árbol; son robustos y confiables, lo que les permite apoyar otras cosas.