reserva
Piensa en una reserva como un escondite secreto de tus caramelos favoritos. Cuando consigues una gran bolsa de caramelos, no te los comes todos de una vez. En su lugar, guardas algunos para más tarde, por si quieres un dulce en un día lluvioso. Estos caramelos guardados son tu reserva. Están ahí para asegurarte un poco de felicidad cuando lo necesites.
Otra forma de pensar en una reserva es como un asiento especial en una gran fiesta. Imagina que tienes una silla especial con tu nombre y nadie más puede sentarse allí. Incluso si la fiesta se llena mucho, sabes que tienes un lugar para sentarte porque ha sido guardado solo para ti. Este asiento reservado es tu reserva.
Una reserva también puede ser como una manta acogedora que guardas en tu habitación. Puede que no la necesites todas las noches, pero es bueno tenerla lista para cuando hace frío. De esta manera, siempre puedes sentirte cálido y seguro. La manta es tu reserva, preparándote para cuando necesites calor adicional.