Piensa en tu cerebro como una gran biblioteca. Cada vez que aprendes algo nuevo, como cómo atarte los zapatos o el sabor de tu helado favorito, pones un nuevo libro en un estante. Cuando quieres recordar, vuelves a ese libro y lo lees de nuevo. A veces, los libros son fáciles de encontrar, y a veces se pierden un poco, pero siempre están allí.
Tu mente es como una cámara que toma fotos. Cuando ves algo emocionante, como un arco iris o un pastel de cumpleaños, tomas una foto y la guardas en tu mente. Más tarde, cuando quieres recordar, miras la foto de nuevo. Algunas fotos son claras, y otras son un poco borrosas, pero te ayudan a recordar.
Piensa en tus recuerdos como semillas en un jardín. Cada vez que aprendes o experimentas algo, plantas una semilla. Con el tiempo, estas semillas crecen en flores. Cuando piensas en el pasado, estás recogiendo flores de tu jardín. Algunas flores son brillantes y frescas, mientras que otras pueden estar un poco marchitas, pero todas cuentan una historia sobre lo que has hecho y aprendido.