Cuando te recuperas, es como cuando te caes y te haces un pequeño rasguño en la rodilla. Al principio, duele y puede que incluso llores. Pero después de un rato, tu cuerpo trabaja muy duro para mejorarlo. Es como tener pequeños ayudantes dentro de ti que limpian el rasguño y hacen nueva piel. Pronto, el dolor desaparece y puedes jugar de nuevo sin sentir dolor.
Piensa en un juguete roto. Al principio, puede ser triste porque no puedes jugar con él. Pero luego, alguien ayuda a arreglarlo, tal vez juntando las piezas o consiguiendo nuevas partes. Una vez que está arreglado, puedes jugar con él como antes.
Imagina una flor marchita. Se ve triste y caída porque no ha tenido agua. Pero cuando le das agua, comienza a levantarse y a verse brillante de nuevo. Es como si dijera: “¡Gracias, ahora me siento mejor!”
Recuperar significa volver a ser feliz y saludable, al igual que el rasguño que sana, el juguete que se arregla o la flor que se levanta nuevamente.