Una almohada es como una nube esponjosa en la que pones tu cabeza cuando vas a dormir. Imagina que tu cama es un gran nido acogedor, y la almohada es como una parte suave y mullida de ese nido donde puedes descansar tu cabeza. Es como un abrazo suave para tu cabeza, asegurándose de que te sientas cómodo y cálido toda la noche.
Piensa en una almohada como un malvavisco que nunca se derrite. Es suave y elástica, y está ahí para asegurarse de que tu cabeza no se canse mientras sueñas. Así como un malvavisco hace que el chocolate caliente sea mejor, una almohada hace que dormir sea más agradable.
Una almohada también puede ser como un cojín para tus pensamientos. Cuando te acuestas, todas tus ideas y sueños también pueden descansar allí. Es como una pequeña nube que atrapa todos tus sueños, manteniéndolos seguros hasta que te despiertes. Así que, cada vez que te acurrucas con tu almohada, es como susurrar a tus sueños: “Estás seguro aquí hasta la mañana.”