Un delincuente es como alguien que rompe las reglas en un juego. Imagina jugar a un juego de etiqueta donde todos acuerdan no empujar, pero alguien empuja de todos modos. Esa persona es un delincuente porque no siguió las reglas que todos acordaron. Las reglas ayudan a mantener las cosas justas y seguras, y cuando alguien las rompe, puede hacer que otros se sientan molestos o heridos.
Piensa en un jardín donde todos cuidan sus propias flores. Si alguien pisa las flores o las recoge sin preguntar, es un delincuente. No respetó el trabajo y el cuidado que otros pusieron en sus jardines. Esto puede hacer que el jardín se vea desordenado y que la gente se sienta triste porque su arduo trabajo fue arruinado.
En un aula, si se supone que todos deben sentarse en silencio y escuchar, pero alguien habla en voz alta e interrumpe, es un delincuente. Esto dificulta que otros aprendan y que el maestro enseñe. Seguir las reglas ayuda a todos a llevarse bien y aprender mejor juntos. Los delincuentes necesitan entender por qué sus acciones fueron incorrectas y cómo pueden corregirlas.