Un clavo es un poco como un palo mágico que ayuda a mantener las cosas juntas. Supongamos que quieres construir una casa para tus muñecas. Tienes piezas de madera, pero no se mantienen en su lugar por sí solas. Ahí es donde entra un clavo. Cuando usas un martillo para golpear el clavo en la madera, actúa como una varita mágica, asegurándose de que las piezas se queden juntas y no se caigan.
Piensa en un clavo como un alfiler súper fuerte. Al igual que usas alfileres para colgar tus dibujos en la pared, los clavos evitan que cosas grandes como muebles, cercas o incluso edificios se caigan. Son fuertes y pueden mantener las cosas firmemente, para que no se muevan.
Imagina un clavo como un pequeño ayudante. Si quieres colgar una foto de tu superhéroe favorito en la pared, usarías un clavo. El clavo se clava en la pared y sostiene la foto, para que todos puedan verla. Es como si el clavo le diera un abrazo especial a la foto, manteniéndola segura y en su lugar.