La pérdida es como cuando estás aprendiendo a dibujar un gato. Tienes una imagen en tu mente de cómo quieres que se vea, pero cuando lo dibujas, a veces las orejas son demasiado grandes o la cola es demasiado corta. La diferencia entre tu dibujo y la imagen en tu mente es como la ‘pérdida’. Es la parte que aún no está del todo bien. La pérdida nos ayuda a saber cuánto más necesitamos practicar para que nuestro dibujo se parezca a la imagen en nuestra mente.
Imagina que estás jugando un juego donde tienes que emparejar formas. Tienes una caja de formas y un tablero con agujeros. Cada vez que intentas encajar una forma en un agujero y no encaja, eso es como una pérdida. Te dice que necesitas intentarlo de nuevo o probar con una forma diferente. Cuanto más juegas, mejor te vuelves emparejando las formas, y la pérdida se hace más pequeña porque cometes menos errores.
Piensa en la pérdida como un maestro. Cuando intentas resolver un rompecabezas y te equivocas, la pérdida es el maestro que te dice: ‘¡Uy, esa pieza no va allí!’. No es malo; es útil porque te muestra lo que necesitas corregir. A medida que sigues intentándolo y aprendiendo, la pérdida se hace más pequeña, lo que significa que te estás acercando a resolver el rompecabezas correctamente.