Cuando hablamos de ‘congelar’, piensa en cuando el agua se pone muy, muy fría. El agua es como un superhéroe que puede cambiar de forma. Cuando se enfría, se pone su capa de hielo y se convierte en sólido. Esto se llama congelar. Al igual que te pones un abrigo cuando hace frío afuera para mantenerte caliente, el agua se pone su capa de hielo para convertirse en hielo.
Imagina que estás jugando un juego y de repente tienes que detenerte y quedarte muy quieto, como una estatua. Esa es otra forma de pensar en ‘congelar’. Cuando te ‘congelas’, dejas de moverte, al igual que el agua deja de moverse cuando se convierte en hielo. Es como presionar el botón de pausa en tu caricatura favorita.
A veces, cuando congelamos alimentos, es como darles una larga siesta. Los mantenemos en el congelador para que se mantengan frescos y no se echen a perder, como cuando guardas tu juguete favorito y lo mantienes seguro. Congelar ayuda a que los alimentos se mantengan tal como están hasta que estemos listos para comerlos. Así que, congelar es como un poder especial que detiene las cosas para que no cambien por un tiempo.