Una excusa es como una palabra mágica que usas cuando quieres explicar por qué algo no salió como planeaste. Imagina que tienes un globo grande y colorido, y se revienta accidentalmente. Podrías decirle a tu amigo, “No sostuve el globo lo suficientemente fuerte,” para explicar lo que pasó. Eso es una excusa. Es una forma de contar por qué las cosas no salieron como querías.
Piensa en una excusa como una pequeña historia que cuentas cuando necesitas explicar por qué no hiciste algo. Como si se suponía que debías limpiar tu habitación pero no lo hiciste, podrías decir, “Estaba demasiado ocupado jugando con mis juguetes.” Esto es como decir, “Tenía otra cosa que hacer,” y ayuda a las personas a entender por qué tu habitación todavía está desordenada.
Las excusas también pueden ser como un escudo. Cuando olvidas hacer tu tarea, podrías decir, “Dejé mi libro en la escuela.” Esto es como levantar un escudo para protegerte de meterte en problemas. Es importante recordar que aunque las excusas pueden ayudar a explicar las cosas, siempre es mejor tratar de hacer lo que prometiste o se suponía que debías hacer.