Piensa en animar como dar a alguien un pequeño empujón en un columpio. Cuando los empujas, les ayudas a ir más alto y a divertirse más. Animar a alguien significa que estás ayudando a que se sientan valientes y fuertes, al igual que ese empujón hace que el columpio suba más alto. Es como decir: “¡Tú puedes hacerlo!” y hacerlos sonreír.
Imagina que tu amigo está tratando de construir una torre alta con bloques. Animar a tu amigo es como ser un ayudante de superhéroe que dice: “¡Guau, lo estás haciendo genial! ¡Sigue así!” Es como darles un impulso mágico para que su torre llegue al cielo. Tus palabras son como hechizos mágicos que les hacen sentir que pueden lograr cualquier cosa.
Cuando ves una planta tratando de crecer, necesita agua y sol para hacerse más grande. Animar a alguien es como ser el sol para ellos. Tus palabras amables y tus ánimos son como los cálidos rayos de sol que ayudan a la planta a crecer fuerte y alta. Entonces, cuando animas a tus amigos, eres su sol, ayudándoles a crecer y sentirse felices.