Piensa en un currículo como un mapa del tesoro. Te muestra a dónde ir y qué aprender en la escuela, al igual que un mapa te muestra dónde encontrar un tesoro. Cada día, tu maestro sigue el mapa para enseñarte cosas nuevas, como números, letras e historias divertidas.

Otra forma de pensar en un currículo es como una receta para un gran pastel. Cada materia, como matemáticas o ciencias, es un ingrediente. Tu maestro mezcla estos ingredientes en el orden correcto para ayudarte a aprender todo lo que necesitas, al igual que mezclar harina, azúcar y huevos para hornear un pastel.

También puedes imaginar un currículo como un jardín. Cada materia es un tipo diferente de planta, como flores o vegetales. Tu maestro es el jardinero, ayudando a que cada planta crezca al regarlas con lecciones y actividades. Con el tiempo, tu jardín se llena de hermosas plantas coloridas, al igual que tu cerebro se llena de conocimiento.

Finalmente, piensa en un currículo como una caja de herramientas. Cada herramienta dentro, como un martillo o un destornillador, te ayuda a construir diferentes cosas. Tu maestro te muestra cómo usar estas herramientas para resolver problemas y crear nuevas ideas, al igual que construir una casita de pájaros o reparar un juguete.