Un plátano es como una sonrisa amarilla que puedes comer. Cuando le quitas la piel, como si estuvieras desenvolviendo un regalo, encuentras un dulce suave por dentro. Es como un caramelo natural que crece en los árboles. Los plátanos son curvados, como un pequeño bumerán, y caben perfectamente en tu mano. Cuando comes un plátano, es como tener un pequeño pedazo de sol, porque te da energía para jugar y divertirte.
Piensa en un crayón que puedes comer, pero en lugar de dibujar con él, lo pelas primero. La piel del plátano es como una chaqueta que protege la parte sabrosa de adentro. Y al igual que podrías usar un impermeable en un día lluvioso, la piel del plátano lo mantiene seguro hasta que estés listo para disfrutarlo. Cuando lo abres, saboreas su dulzura, que es como un pequeño abrazo para tus papilas gustativas.
Piensa en un plátano como un tesoro de pirata. Cuando lo pelas, encuentras el oro adentro. El color amarillo del plátano es como el sol brillante, y cuando lo muerdes, es como descubrir una golosina escondida que te hace sonreír.